23 octubre, 2008

No se

Eranse una vez dos nenas, lindas, iban enarbolando su posición social, vestidos, de talle alto, fruncida la falda y medias a juego.

La mayor de unos 7 años y como 2 menos la otra, duplicaban vestimenta, acompañaban a la chica, entiéndase como chica a la nurse, el servicio… bueno, cada uno que aproveche su léxico para denominarla.
El encargo de los señores, padres de las niñas, era comprar el periódico, junto con algún otro encargo encubierto que quizás fuera el que paseara a las chiquillas.

Las niñas cuando la criada se alejaba del mostrador, una vez pago, no se movieron reivindicando su derecho a consumir. Calcule la libertad que poseían en ese momento, y pensé que era mucha.

La mayor se interesa por el precio de una chocolatina, consulta con su hermana su conformidad, y la pide.
Coge su chocolate, lo traspasa a la mano de su hermana para ocuparse de su monederito de donde saca el importe para la transacción.

Y a mi esto me llamo la atención, no se si por su independencia o por su soledad.
No se.