23 septiembre, 2007

Camino de Santiago

Fuimos a Mansilla de las Mulas, ciudad amurallada, en verdad, así nos vendieron la moto, pero no como para pegarnos el fin de semana amurallados, JURO.

Y a grandes males, grandes remedios, huimos. Cenamos en León, comimos al día siguiente en Astorga, vimos catedrales, el Palacio de Gaudi, pueblos maragatos.

Y eso fue, nada comparado con ese vagabundeo del peregrino que hicimos en un tramo del camino de Santiago, y es que con tanto peregrino pululando cualquiera no se hace un trechito.

En hora y media de marcha aprecie, los fuegos interiores que pueden llegar a estallar en el camino.

Y es que en la senda a paso corto y paisaje eterno los pensamientos te mecen, las ideas surgen, los fantasmas asoman, las ilusiones te avisan mientras el horizonte te observa.

Despejas el interior, asomando al exterior, lo desconocido aflora, ya no hay enemigo, remite el miedo a los miedos, perdonas tus errores, todo es nada, eres tu en el ahora y nada vale mas que eso, desmitificas la vida y … vas dando luz a tu vida, solos tu y el camino y esto te sana y fortalece.

Haré el camino

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