El creía en sus sueños y apostaba por ellos, salva.
Ella se dio cuenta de cosas y me lo transmitió en sus cuentos de invierno, Isak Dinesen.
Cada uno aporto su granito, no sin antes llevármelos a mis adentros y moldearlos a golpes de emoción que tuve que trabajar para llegar a puerto, donde ahora creo estar, si no encallada, si esperando nuevos rumbos.
Y es que yo, metódica, controladora no sabia del poder del abandono a la vida, el fluir que te lleva en cada momento a lo que necesitas.Y eso es lo que paso en ese fin de semana mágico.
A cada alma nos dio lo que necesitábamos y a mi me puso delante, una vez mas, a un soñador, algo que siempre anhele, “actuar mi fantasía” y nunca me permití.
Y a la Dinesen, que reconoció, en su cuento “Las perlas” sentirse a gusto en la presión de la existencia y se rindió cuando comprendió que jamás conquistaría a los que no conocen las preocupaciones ni el temor.
“Yo les heriré el talón, pero ellos me herirán en la cabeza” decía.
Y la ternura apareció, se sintió feliz, pidió tregua para la felicidad y se pregunto ¿Por qué no la pedí antes?
Los dos me removieron y es que, aparecieron cuando tocaba, en otro momento no hubiera prestado atención a tanta lección.
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1 comentario:
Muchas gracias Chelo por tus palabras, y por todo.
Besos de Rebecka y Leo.
Un abrazo para ti y para Fernando.
salva
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