29 enero, 2009

... de Javier Marias

Y este blog, que como bien sabéis, esta hecho con retales de impresiones, pues allá va esta que me produjo este fantástico escrito de Javier Marías:

No poder con el Alma

El aburrimiento se
ha convertido en uno
de los pecados
más imperdonables


No conozco a nadie que no esté absolutamente reventado y para el arrastre. Da lo mismo a qué se dedique, qué profesión tenga y cuál sea su grado de responsabilidad; que trabaje como autó­nomo o por cuenta ajena, en casa o en una oficina, que sea asalariado, jefe o directamente dueño de su negocio, que gane poco o mucho, es indiferente. Nadie puede ya con su alma, pese a los numerosísimos -pero frenéticos puentes que existen en nuestro país y que jalonan todo el año.

Algo funciona mal, y para mí es, principalmente, que hoy la gente no para nunca del todo o no sabe hacerlo, ni siquiera durante los fines de semana, cada vez más ocupados por actividades que más bien parecen obligacio­nes: hay que divertirse a toda costa, y ha de ser por ahí, en la calle, como si se hubiera olvidado que uno puede divertirse muchísimo en casa, leyendo, viendo películas, en todo caso sin agotarse tam­bién en el recreo…


… (La burocracia escandalosa a que nos obligan hoy nuestras auto­ridades despóticas no nos permite a ninguno levantar cabeza), y la mayoría suscribiría aquella frase de Audrey Hepburn a Cary Grant al principio de Charada, cuando él quiere entablar amis­tad y ella le contesta, más o menos:

"Conozco ya a multitud de personas, y mientras no muera alguna de ellas me resulta de todo punto imposible conocer a nadie nuevo".

También hablar cansa, sobre todo sin ton ni son o para rehuir la soledad y el silencio, y en eso consiste hoy, en gran medida, el trabajo de cualquier individuo.

Ahora bien, yo no sé si es que toda la gente que trato es muy activa y laboriosa. Porque a la vez que veo a mi alrededor este panorama de seres extenuados, también se oye el vocerío de masas a las que parecen sobrarles las energías y el tiempo. Hay colas monstruosas para todo, para lo que vale la pena y para cualquier unga-unga de desce­rebrados. Para las exposiciones de los museos y para las mamarrachadas calleje­ras (ya saben, juglares, mimos y festejos veraniegos se llevan la palma). Para los conciertos de rack y para ver a la Guardia ante el Palacio Real, ese nuevo espectáculo copión del 'Ayuntamiento madrileño.

Las muchedumbres se agolpan para admirar a tíos sudorosos el Día de la Maratón Sudorosa, o a tíos malolientes en bici el Día de la Maloliente Bici, o a gañanes borrachos en los san Ferrnines…

Y aqui mi censura, con esto es suficiente

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