12 enero, 2010

¿Que necesito de los demas para ser feliz?

Es este un resumen de un artículo del País semanal sobre crecimiento personal.

A veces las ilusiones se convierten en un difícil reto, que dan lugar a lágrimas y frustraciones, al finalizar ese duro proceso solo queda agradecer al destino que no nos lo haya puesto fácil, la adversidad nos brinda la oportunidad de crecer y descubrir algo que no se esperaba y es un viaje hacia nuestro interior que nos permite conocernos y entrar en contacto con nuestra verdadera esencia.

Todos, somos hermanos, padres, hijos, amigos, compañeros, cada etapa que vivimos va acompañada de unos roles sociales, que son fuente de alegría y tristeza, de confianza y de miedo, de paz y de ira.
La gran paradoja es que a las personas que más queremos son con las que mas conflictos tenemos, no se puede vivir con los demás pero tampoco sin ellos.
Debemos concebir nuestra vida social como una oportunidad de aprendizaje.
Los problemas aparecen cuando los demás no cumplen con lo que esperamos de ellos, cuando hacen o dicen cosas con las que no estamos de acuerdo o cuando se interponen en nuestro camino para conseguir lo que deseamos.


Por más que, los busquemos fuera la raíz de nuestros conflictos relacionales está en nuestro interior.
Al cabo del tiempo descubrimos que no luchamos contra nadie, sino contra nosotros mismos, al comprender que no necesitamos demostrar nada a nadie y que todo depende de cómo observamos la realidad, dejaremos de buscar la felicidad, pues la encontramos dentro de nosotros.
Desde entonces aprendemos cada día y nos acompañamos con una serenidad interna que parece sobrevivir a las tormentas de la vida y comprendemos que las personas con las que más conflictos tenemos es de las que más aprendemos

Es cómodo responsabilizar a nuestros progenitores como los culpables de nuestra infelicidad pero tarde o temprano llega un día que no nos queda más remedio que responsabilizarnos de nuestro destino.
Esta es la verdadera emancipación, que viene acompañada de una de las mayores crisis existenciales que sufrimos a lo largo de nuestra vida, aceptar que más allá de nuestro pasado, nuestro único problema, en este preciso momento somos nosotros mismos.
Lo que nos cura es que podamos abrazar en nuestro corazón a nuestros padres y no tanto que seamos abrazados por ellos.

En una perdida hay un cierto dolor asociado al duelo pero debemos hacernos responsables del sufrimiento que añadimos nosotros.
Esta toma de consciencia es el comienzo del trabajo interior, el auto conocimiento ayuda a comprender el porque de lo que sucede en nuestras relaciones, y al final solo se conserva gratitud por todas esas experiencias de adversidad y superación personal.
El gran reto es dejar de vivir de forma inconsciente, aprendiendo de todo lo que nos depara la vida.

Otros de los grandes maestros de nuestras vidas vienen bajo el nombre de “pareja” convertimos estos vínculos en una adicción, el sufrimiento derivado de una relación amorosa pone de manifiesto que encerramos el amor en la invisible cárcel de la dependencia.
Depender de la persona que se ama es un acto de auto mutilación psicológica donde el amor propio, el auto respeto y la esencia de uno mismo es ofrendado y regalado irracionalmente.
Detrás de esta dependencia hay un virus letal que atenta contra nuestra salud emocional: “el apego”
Por eso las rupturas sentimentales son unas de las experiencias más traumáticas pero a la vez más transformadoras de nuestras vidas, pues cara a cara con nosotros tomamos conciencia de que nuestra felicidad antes de ser compartida debe existir primero dentro de nosotros.
No somos medias naranjas, somos naranjas enteras y así nos sentimos cuando nos amamos a nosotros mismos.

Cuando no tenemos fuerzas ni ganas de vivir y nos quedamos vacíos descubrimos que lo que no encontramos en nosotros lo buscamos en el exterior, haciendo mil cosas para tapar el vacío y creando todo tipo de dependencia con los demás.
Si dejamos nuestra autoestima en manos de los demás, y no depende de nosotros estamos perdidos.
A partir de ahí podremos iniciar un camino de búsqueda hacia nuestra aceptación y crecimiento personal, intentando escucharnos para darnos lo que necesitamos, valorando mas a las personas con las que podemos establecer vínculos afectivos de verdad.


Después de nuestros padres y la pareja otro importante núcleo afectivo son los amigos y al empezar a tener expectativas podemos cosechar decepciones y frustraciones.

Aunque nos cueste reconocerlo “la única relación real y verdadera es la que mantenemos con nosotros mismos, pues nadie mas puede conocer nuestras motivaciones mas profundas” como dice krishnamurti uno de los filósofos contemporáneos mas reconocido.
Para el “todos nuestros vínculos afectivos son un reflejo de la relación que mantenemos con nosotros mismos”
“los demás son espejo que nos muestran lo que tenemos y lo que nos falta”
“Vemos a los demás no como en realidad son sino como nosotros somos”
En su obra maestra “La libertad primera y ultima” nos dice que
“nuestra felicidad, nuestra paz y nuestra capacidad de servir y de amar a los demás son fortalezas que emergen de nuestro interior cuando nos liberamos de la esclavitud de la mente, cuando ponemos fin a la ignorancia de no saber quienes somos y a la inconsciencia de no querer saberlo”

Cuando nos hacemos fuertes y luchamos por recuperar nuestra vida abandonamos el papel de victima y comenzamos a ser mas positivos pasamos de existir a estar vivos.
La pérdida de un ser querido es de las circunstancias más difíciles de afrontar, el proceso de duelo conlleva 5 fases:


1.- Negación: negamos lo sucedido pues no somos capaces de asumir las consecuencias.
2.- Ira: adoptamos el rol de victimas con ansiedad y enfado buscando culpables donde canalizar la cólera.
3.- Lucha: intentamos cambiar lo sucedido.

4.- Tristeza: al empezar a reconocer la realidad, nos sentimos desanimados, frustrados y derrotados lo que nos lleva a la depresión.

5.- Aceptación: final mente aceptamos y asumimos la pérdida, recuperando la normalidad de nuestra vida pero con un nuevo nivel de comprensión, madurez y consciencia.

Según Kubler-Ross cuando las personas superan este proceso, aprendiendo de lo que les ha sucedido, descubren su espiritualidad, que no es mas que recuperar valores esenciales que nos permiten llevar una vida mas plena y con sentido.
De ahí que no debamos luchar contra el dolor, pues su función es romper la ignorancia que nos separa de la comprensión entrando en contacto con nuestro ser mas profundo.
Todos lo hacemos lo mejor que podemos y estamos en nuestro derecho de cometer errores para aprender y evolucionar, los hechos no son los responsables de nuestro malestar, sino la interpretación y la actitud ante ellos, nadie puede herirnos emocionalmente sin nuestro consentimiento.

Aprender a aceptar las cosas tal como vienen y a los demás tal y como son no quiere decir estar de acuerdo con lo que pasa ni tolerarlo ni resignarse.
Aceptar significa no reaccionar mecánicamente e impulsivamente, lo que nos permite tomar la mejor actitud en cada momento.

Ver nuestros conflictos relacionales como una oportunidad de crecimiento y aprendizaje es una cuestión de entrenamiento y compromiso.
Y de cambiar el foco de atención dejando de señalar a los demás para empezar a mirarse uno mismo.

No hay comentarios: