28 enero, 2010

Siria

Después de un año sin elevar vuelo, Siria nos motivo a remontar y cruzamos el charco, iniciando así, un viaje singular, sin ideas preconcebidas, ni especulaciones.   Algo que me resonaba sobre Palmira y la intuición de que no iban a faltar piedras a ver, fue todo lo que llevaba como guía turística.

Sin expectativas, valore el instante, y no corrí el riesgo de dejar escapar la vida y fue bueno, muy bueno, al no esperar nada me lo dio todo, me dio serenidad.
El desierto, como ya me ocurrió antaño, me envolvió en su inmensidad, y sosiego, tan solo me ocupe en rendirme a el.

El vuelo salio con 12 horas de retraso, la niebla nos impide aterrizar en Damasco, y nos llevan a Aleppo, que al no estar previsto, pasar el control de policía fue un tanto laborioso, 6 horas nos lo corroboran.
Se pierde equipaje, nos bajan y suben de autobuses según deciden que si, que no, bueno, los primeros momentos tuvieron su poquito de aventura.

Damasco, donde llegamos después de 33 horas sin dormir, una bella ciudad Patrimonio de la Humanidad, fantástica para callejear, perderte por sus zocos y callejones.
En la parte moderna de la ciudad, destaca su Ciudad Antigua, una de los lugares habitados más antiguos del planeta. En ella se conjugan impresionantes mezquitas y animados mercados (zocos) con todo tipo de personas y mercancías.


Disfrutamos de Palmira, en el corazón del desierto y al lado de un frondoso oasis de palmeras que acoge una de las ruinas romanas más esplendorosas de oriente, La legendaria Palmira, el milagro diario de la "novia del desierto", la opulenta ciudad caravanera, Siria sepultada por la historia y envuelta en el halo de su melancólico misterio.
Impresionantes son las vistas de las maravillosas ruinas desde lo alto del castillo de Qala’at Ibn Maan También disfrutamos de una magnífica puesta de sol en el desierto desde lo alto del mismo.
Ese desierto que se metió en mis venas y que sentí tanta necesidad de gozarlo.


Aleppo,se disputa con Damasco ser la ciudad habitada más antigua del mundo y una de las más mágicas que nos encontramos en nuestras andanzas por Siria, también, como Damasco, declarada Patrimonio de la Humanidad.
Recorremos sus mercados con total naturalidad. Esa mezcla de tradición y sabiduría del pasado que nosotros hemos perdido con el estrés.
Ese es el lugar de donde proceden estos exquisitos jabones cultivados en cuevas como la mayor joya del lujo natural, al más puro estilo persa. Con sello de autenticidad ecológica.


Aphamea, se localiza en el lado derecho del Río Orontes, en la era cristiana, Aphamea se volvió un centro de filosofía y de pensamiento.
La mayoría de sus ruinas conservadas pertenecen a la época del imperio Bizantino.


Hama, bella ciudad atravesada por el río Orontes es famosa por sus ruidosas norias de madera a orillas del río, de 20 m de diámetro. Se construyeron hace siglos para abastecer a la ciudad de agua y como mecanismo para controlar el riego.


Serjelleh, modesta y pequeña ciudad en la zona agrícola, que conserva una necrópolis, una iglesia, termas etc...


Maloula, en este pueblo, ubicado en medio de las montañas, se habla aún en arameo, lengua utilizada por Jesucristo
Aquí se visita el Monasterio de San Sergio, el altar que tiene la iglesia es un altar pagano que se utilizó en las primeras épocas de la historia del cristianismo, lo que demuestra la antigüedad de este templo, donde como regalo especial, nos recitaron el Padre Nuestro en arameo.
Es una de las tres únicas ciudades del mundo en las que aún hoy en día se habla arameo (el idioma que hablaba Jesús), y es la única de las tres que es cristiana y lucha por mantener viva esta lengua semítica.


Hubo más, pero imposible explicar con palabras, se queda en mi expresión por la alegría de haber estado allí y como no en estas imagenes que siempren me ayudan a recordar.



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