Me sorprendió esa sensación de tiempo congelado que brinda la vida de vez en cuando y es que allí estábamos los chicos de sistemas, los de siempre, eso si, eliminando la añoranza.
Nos volvimos a unir en esa complicidad que dan las risas, las urgencias compartidas y como no los sinsabores de deseos no resueltos.
Aunque se que la felicidad la llevamos puesta no me importo dejarme mecer por esa sensación de pertenecer, de haber sido parte de todos.
Me añore junto con ellos y sentí esa placidez tan próxima a saber que fue un buen viaje ese que compartimos.
Aupa los chicos que compartimos “ordenador” cuando lo llamaban cerebro.
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