05 marzo, 2008

Cuba con cariño

Tomar taxi con matricula azul,
son los del gobierno.

Pasaportes en caja fuerte del hotel.

No llevar más de 100 cuc
(peso cubano convertible).

Comprar solo, en sitios oficiales.

Así entramos en Cuba, con consignas inhibidoras, análogas a su forma de vivir.

Cuando llevas unas horas ves que el peligro no es tal, y te reconoces en “espacios comunes” a ellos en los que tenemos grabado aquello de que “mas vale prevenir que curar” aunque el prevenir, impida vivir.

Son pillos, te tocaran la vena sensible para conseguir un algo tuyo, pero chorizos, eso NO.

Son ávidos pedigüeños, precisamente los que mejor viven, los que rodean al turista, son mas pidones, aunque les toca más, son sus mañas, pero mala gente NO.

Su avidez te cruza el cable, pensaras sobre su indignidad pero, EL TURISMO LES CONFUNDE.

Cuba es un país de supervivientes de un régimen que no se sostiene y de un Fidel idealista, que en ningún momento se dio cuenta de la inviabilidad de su sueño.

"Según mi capacidad es mi trabajo y este trabajo
resuelve mis necesidades y la de los demás"

Y como la civilización es imparable y el estimulo, necesario para poder crecer, el cubano quiere vivir de su trabajo con un sueldo digno y no tener que pluriemplearse para poder comer.
Curioso país donde las necesidades básicas están aseguradas, pero escasas, por lo que la subsistencia necesita añadir ingresos a los de su trabajo para el gobierno al ser estos insuficientes para los precios vigentes.

Esto les lleva a nuevas ocupaciones, todas ellas "ilegales", pues lo que se pretende es que nadie tenga más que nadie, pero todo el mundo las realiza y todo el mundo lo sabe.
Por lo que es el único país del mundo donde lo ilegal esta institucionalizado.
Esto es lo que hay.

Sus lugares son tan entrañables como su gente, La Habana, rota por dentro y arreglada por fuera, es una ciudad amigable, el bullicio es su puesta en escena.
Su Malecón gris y roto en el día es alegre y colorido en sus noches de fines de semana con la juventud alegrando las orillas del mar. Te sientes como en casa.

¡Como me pudiste gustar Trinidad!, ciudad colonial bella, me enamore de ti nada mas verte, lo tenias fácil, me rindo ante el color y eso es lo que no falta en tus calles, color iluminando las sonrisa de tus gentes en tertulias a las puertas de sus casas. Amo Trinidad.

Santiago de Cuba me obsesionó con el Son cubano, es el paraíso del Son y me enamore de sus gentes bailando, esos cubanos morenitos moviendo sus pies y cuerpo al ritmo de sus manos creando piruetas para sus parejas que les siguen en sintonía magistral.

Cuba, allí deje un trocito de mi, allí conocí a Malu y su Bernardo, entrañables y que me los traje conmigo.

Betty y Eduardo, argentinos de Pro, también ocupan un lugar en mi corazón.

Y como no Alfredo esa guía un tanto confuso, familiar, buena gente que me inspira tanta ternura.

Valeri, no se si leerás esto pues tu en ruso y esto en castellano es difícil pero me demostraste que sin hablar el mismo lenguaje es posible trasmitir toda esa fuerza y bondad que llevas dentro y es que hay un lenguaje por encima de las palabras que nos une a todos, SEGURO.

Y cuando la morriña al mismo tiempo que la alegría de mi retorno a casa me invadía, en el aeropuerto conocí a Made con su novio y su familia ella se venia para Las Palmas a trabajar con su padre y con la esperanza de poderse llevar a su chico pero con la tristeza de dejarle. ¡Que ternura la suya al pedirnos que cuidáramos de ti!.
Made también estamos juntas.

Siento que esto es como un programa radiofónico con dedicaciones al oyente, pero bueno, así salio, así se queda.

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