05 marzo, 2008

Mirando la Vaca que vuela

A pedir de boca este artículo que leí el martes 1 de abril, en el ADN y que firma Cristina Fallarás.

Lo subo al blog pues me corrobora en que lo que yo viví en Cuba no eran elucubraciones mentales mías, sino que alguien más, las vivió tambien.
Dicho articulo, me deja mas tranquila en cuanto a la poquita de prepotencia que sentí al opinar sobre un tema del que no era para nada experta, la verdad.
Todo mi escrito fue un cúmulo de emociones, sentimientos, cabreos, y tenia miedo a no ser objetiva, bueno pues otra opinión análoga, como que me hace sentir mas segura.
¡Maldita sea! Necesitar tanto que corroboren.


El artículo en cuestión es este:

Mirando la vaca que vuela

No hace falta mucha sagacidad en La Habana para llegar a cuatro conclusiones básicas:

1.- Ahora los habaneros miran pasar sus dudas esperando, sin intervenir, que alguien se las resuelva.

2.- La ciudad es enorme, inabarcable capital en oferta de remodelación.
3.- La Habana vive de que el turista beba.
4.- Los habaneros pasan los días pendientes de si España nacionaliza o no a los nietos de españoles, y el que no es asturiano o gallego, se reclama canario.

Y mientras tanto, todos -ellos los cubanos, y nosotros turistas y observadores- vamos ya un buen tiempo mirando la vaca que vuela.

“Ellos, los cubanos, porque después de cincuenta años tutelados, alimentados y liberados de un número considerable de responsabilidades, prefieren verlas venir”.
Al fin y al cabo, saben que aunque ellos aún no tienen acceso, su país cuenta con todos los servicios que puedan necesitar un turista, o visitante, es decir, el habitante de cualquier sociedad de consumo.

Nosotros, los extranjeros, miramos a la vaca porque, tanto, para partidarios como para detractores, esto que queda en Cuba son los restos aún calientes de la última idea de revolución (infernal o divina).
Puede que sea un muerto, sí, pero de cuerpo presente. Para encarnar lo. Inaceptable o para representar lo idealizado.

Por eso, uno puede -sentarse junto al representante de Hemingway en esta tierra que le toque en suerte y ver caer los tópicos.

Tópico 1: La miseria campa en Cuba.
No. Cuando la pobreza es miserable uno lo nota porque se le rompe el alma. Y porque nadie quiere verla.
Eso aquí no sucede, hay poco de todo pero lo hay.
Lo que quiere decir que se puede trampear y conseguir un resto. Si no de que iba abarrotarse la lesión de hoteles en cada vacación.

Tópico 2: En Cuba no hay Internet.
Cuba no está desconecta, vigilada, censurada, amordazada, si, pero quien mas quien menos tiene sus “inventicos” y te da su mail por si necesitas algo.
Eso quiere decir que los cubanos tienen acceso a la información, otra cosa es que las dificultades cotidianas la conviertan en una necesidad muy secundaria.

Tópico 3: Se vive bajo la ley del silencio.
Falso. Aquí todo el mundo se queja, desde los taxistas hasta los santeros, desde los funcionarios del estado hasta los estudiantes.
Ante el extranjero sueltan junto al saludo una protesta tímida, luego le miran y si ven que asiente, se lanzan en picado.

Tópico 4: En Cuba no hay de nada
En Cuba hay de todo, lo que pasa es que los cubanos no pueden permitírselo y funciona con el mercado negro, los amigos lejanos, los contactos y todo un mundo paralelo que a nadie le interesa desmontar.
Pura esquizofrenia.

Y hay cosa bien cierta: dicho todo lo anterior hay cosa bien cierta. Para una familia obediente y que respete en cada hilo la intrincada telaraña de leyes, normas y preceptos que rige su vida, aquí solo hay arroz, frijoles, algo de café e interminables horas de vida domestica con periódicas sentadas en el murete del malecón.

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